6.5—Cultivos resistentes a enfermedades son inocuos a los seres humanos


Los cultivos resistentes a enfermedades no representan ningún riesgo para los seres humanos.

Vease alegatos falsos de La Ruleta Genética al final de la página.

Análisis de la comunidad experta científica

Los virus de las plantas suelen diseminarse por áfidos u otros insectos  y podría causar una pérdida considerable de cultivos alimentarios tales como calabaza, papaya, ciruelas, remolacha y maíz, por el daño que podrían causar a los alimentos y a los cultivos. Afortunadamente, ningún virus es dañino o causa enfermedad a los seres humanos, a pesar que causan pérdidas significativas a la producción alimentaria.  El libro de Smith aborda el tema de los riesgos a la inocuidad de los seres humanos.  Las plantas resistentes a enfermedades GM no representan ningún riesgo para la salud humana.  La prevención de perdidas alimentarias por enfermedades virales de las plantas suele requerir el uso de aplicaciones de aspersión con insecticidas para eliminar los insectos que diseminan los virus de planta a planta. El descubrimiento, hace aproximadamente 20 años, que las plantas pueden diseñarse genéticamente para ser resistentes a virus, fue un gran paso para abrir el camino a la producción de más alimentos y vegetales sin daños. Esto también significó una reducción en el uso requerido de insecticidas para controlar los insectos que propagaban virus entre las plantas.

La interrupción de enfermedades virales vegetales por medio de la ingeniería genética depende en insertar un fragmento de ADN correspondiente a parte del gen viral en la cromosoma de la planta. La inserción de este fragmento de ADN en el cromosoma de la planta  restringe la capacidad del virus de multiplicarse en la planta y detiene la multiplicación del virus en el cultivo.

Tras veinte años de experiencia con productos como ayote, papaya, ciruelas y uvas genéticamente diseñadas en los EEUU, Hawái, España, Francia y Rumanía demuestran que las preocupaciones de Smith no ocurren en la práctica. Smith se  preocupa de la generación de virus en los cultivos resistentes a enfermedades que se cultivan en el campo. La Ruleta Genética brinda predicciones teóricas sobre la manera en que nuevos virus podrían evolucionar en estos cultivos, pero evita mencionar la experiencia práctica, la cual demuestra que los temores de Smith no se encuentran en la experiencia agricola – una práctica con historia de muchos años.

La Ruleta Genética también evita mencionar las extensas investigaciones científicas, las cuales demuestran que es poco probable que los problemas teóricos imaginados en La Ruleta Genética ocurran al sembrar un cultivo con resistencia viral. También es poco probable que los cultivos con resistencia viral puedan desencadenar cambios distintos a los que ya son posibles con la evolución de virus en el campo. Smith también evita mencionar la extensa deliberación que han realizado las agencias regulatorias sobre la inocuidad de cultivos con resistencia viral (USDA-APHIS 2007). La agencia USDA-APHIS recientemente aprobó el árbol de la ciruela con resistencia a enfermedades que resiste el virus de la sharka después de un análisis detenido y cuidadoso que confirma la inocuidad de estos cultivos. Smith está preocupado que los nuevos virus – y recuerde que estos virus no se han observado en los 20 años del uso de cultivos con resistencia viral – causen un aumento en las aspersiones para eliminar los áfidos que diseminan estas enfermedades. En la experiencia práctica, la ausencia de virus que causan enfermedad en cultivos con resistencia a enfermedades, significa que hay una menor necesidad de utilizar la aspersión con insecticida para controlar insectos, tales como los áfidos. La inquietud de Smith con respecto al aumento en el uso de insecticidas no corresponde a la experiencia práctica con cultivos resistentes a virus y es ilógica.

La Ruleta Genética sugiere que algunas proteínas virales de las plantas podrían ser tóxicas a los humanos aunque esto no se ha demostrado. El libro no menciona que las plantas resistentes a virus reducen la cantidad de proteínas virales en la planta  y reduciría la cantidad de estas proteínas hipotéticamente tóxicas que pueden ser consumidas. No se ha encontrado que los virus que infectan las plantas o sus proteínas virales causen efectos tóxicos o enfermedades en humanos. Los virus de las plantas no infectan las células humanas aunque estamos frecuentemente expuestos a ellos por medio de los distintos alimentos que consumimos.

El libro de Jeffrey Smith indirectamente especula que los cultivos transgénicos causan el surgimiento de nuevos virus que son dañinos para los seres humanos. Ya hay una variedad de distintos virus presentes en los cultivos y las infecciones por una combinación de dos virus, algo ya es bastante común en el campo, ya que tiene el potencial, por medio de la evolución viral, de desarrollar virus nuevos y ocasionalmente ocurre. Por ende, ya estamos expuestos al hecho que un nuevo virus podría aparecer en nuestros alimentos, algo que se considera de muy baja probabilidad.   Pero no hay ningún motivo por el cual debemos pensar que dicho evento podría ser dañino para los seres humanos o que la evolución del virus que ocurriría por los cultivos transgénicos haría que esto fuera dañino. No hay motivo para pensar que los cultivos transgénicos aumenten la probabilidad que un nuevo virus se desarrolle, tal como especula Smith. De hecho, lo opuesto ocurre – la prevención de epidemias virales que se realiza por cambiar a plantas con resistencia a enfermedades, reduce la probabilidad que aparezca un nuevo virus. No se ha observado que un virus vegetal cause daño o enfermedad en humanos. A lo largo de esta sección, Smith vive un mundo imaginario de su propia creación en vez del mundo real en donde los problemas relacionados a los virus y producción alimentaria están siendo resueltos por los cultivos resistentes a enfermedades.

1. Los virus de las plantas y sus genes se encuentran en los alimentos y no causan ningún daño.

Un amplio rango de virus afecta los alimentos que consumimos. Los virus no causan enfermedades en humanos, pero pueden dañar las plantas y reducir el rendimiento además de causar que los vegetales y las frutas se deformen y sean desagradables para los consumidores. Además, los fragmentos de ADN proveniente de los virus se encuentran ampliamente como inserciones en los genomas de las plantas incluyendo muchos genomas de plantas alimentarias. Esto no representa ningún problema. Pero todos los riesgos hipotéticos que Smith conjetura con respecto a las plantas genéticamente diseñadas, también podrían ocurrir con las plantas actuales que contienen ADN viral. La mayoría de las personas no están familiarizadas con estos datos sobre los alimentos que consumen y quizás estarían menos preocupados con las especulaciones de Smith sobre los virus, si el autor hubiera explicado detalladamente que tan diseminados están los virus y su ADN. Ninguno de los virus causa ningún daño a humanos, salvo dañar sus alimentos.

Varios tipos distintos de alimentos son afectados por un virus y otro. Los cereales, tal como el maíz, podrían dañarse por virus diseminados por insectos. Esto causa pérdidas graves a los productores alimentarios en África, por ejemplo.  El daño a los alimentos básicos por causa de virus, es un motivo por el cual la ingeniería genética protege los cultivos de daño y funciona como una herramienta importante para mejorar la producción alimentaria. La papaya resistente a virus sin reglamentación se introdujo a la industria de la papaya en Hawái en 1998 debido a que los cultivos de la papaya estaban siendo atacadas por virus. Uno de los motivos por el cual las agencias regulatorias aprobaron dicha comercialización es que la presencia pre-existente de números significativos del virus del anillo de la papaya en fruta no ha causado ningún problema con respecto a las alergias o reacciones tóxicas a consumidores de dicha fruta (Fuchs y Gonsalves 2007). Hay presencia de virus en las plantas  Brassica tales como el repollo. Viruses en plantas de papas, uvas, frijoles, maní, tomate, soya, pepino, lechuga y camote están presentes. No hay evidencia que ninguno de estos virus causa problemas para las personas que consumen dichos alimentos (Fuchs y Gonsalves 2007).

Los cromosomas de las plantas están repletos de ADN parasítico, incluyendo ADN relacionada a virus. Dicha inserción de fragmentos de ADN permanentemente portado en los genomas de las plantas pueden provenir de cualquier variedad de los distintos tipos de virus – retrovirus, pararetrovirus, geminivirus y potyvirus, por ejemplo (Bejarano et al. 1996; Harper et al. 2002; Mette et al. 2002; Tanne y Sela 2005). Por ende, no es inusual que los cromosomas de una planta alimentaria contengan fragmentos de genes virales. Estas inserciones de genes virales hasta pueden activar el desarrollo de proteínas virales por las plantas. Por ejemplo, ciertos tipos de viñas de uva podrían producir proteína viral de los genes du un potivirus que capturaron de una infección viral anterior (Tanne y Sela 2005). Tampoco hay evidencia que la presencia de fragmentos génicos de virus en los genomas de las plantas causo algún problema. (Harper et al. 2002).

2. La resistencia viral entre plantas restringe la multiplicación de virus y significativamente limita las epidemias de infección por virus entre plantas.

La introducción de un fragmento de gen viral a los cromosomas de plantas desencadena el silenciamiento de virus, en el caso que infectara la planta. La multiplicación normal del virus dentro de la planta se detiene y se silencia. El mecanismo de silenciamiento de la actividad viral se ha investigado extensamente y se entiende bien.  Las ventajas prácticas de este mecanismo de silenciamiento es que las plantas con resistencia viral creadas por la ingeniería genética no tienen que poseer proteína viral. En todo caso, si contienen o no pequeñas cantidades de proteína viral o no tienen del todo, se minimiza la cantidad de virus que se puede multiplicar en la planta y reduce, por ende, la cantidad total de proteínas virales presentes en los alimentos.  La totalidad de multiplicación viral que ocurre en el cultivo hecho resistente a la enfermedad viral se reduce significativamente.  Parece ser casi auto-evidente. Pero Jeffrey Smith no parece entender este concepto, en términos de las implicaciones para una alimentación más inocua y de mejor calidad. La reducción en la cantidad total de multiplicación viral que puede ocurrir en los cultivos por el silenciamiento viral, contrarresta la evolución de nuevos tipos de virus. Durante la replicación viral en el campo entre grandes número de plantas crecientes, un gran número de partículas virales se forman. Es en este gran número de partículas virales y su material genético que existen oportunidades para la evolución de nuevos virus. Esto brinda una oportunidad de dos tipos distintos de virus para infectar la misma planta (Achon, Alonso-Duenas 2008, USDAS-APHIS 2007). Cuando dos tipos distintos de virus ocasionalmente infectan las plantas, pueden intercambiar genes. Al prevenir las epidemias virales, las plantas transgénicas resistentes a enfermedades minimizan esta oportunidad de que los virus intercambien genes entre sí (Fuchs et al.1998; Fuchs, Gonsalves 2007; Gonsalves 1998; Hoekema et al. 1989; Lawson et al. 1990; Ling et al. 1991).

3. Años y años de experiencia práctica en el campo con cultivos resistentes a enfermedades demuestra que muchos problemas teóricos no son problemas ambientales reales.

Se ha hecho un gran esfuerzo científico en evaluar los temas ambientales asociados con cultivos resistentes a virus. La Ruleta Genética proporciona una versión totalmente inadecuada de estos datos científicos con respecto a los virus vegetales en cultivos alimentarios y su inocuidad ambiental.

La Ruleta Genética no menciona que Nieves Capote y colegas estudiaron los áfidos y virus en las plantaciones españolas de ciruela durante ocho años. Su estudio comparó como los virus de las plantas se comportan en ciruelas genéticamente modificadas resistentes a virus con respecto a ciruelas no genéticamente modificadas. Capote y colegas concluyeron que las plantas transgénicas y no-transgénicas eran muy similares en término de los riesgos de nuevos tipos de virus o cambios en las poblaciones de virus y áfidos a lo largo del tiempo (Capote et al. 2008).

Otro estudio que no menciona Smith es que los trabajadores estadounidenses Klas, Gonsalves y colegas (Klas et al. 2006) estudiaron la diseminación de virus del mosaico amarillo del calabacín (zucchini yellow

mosaic virus) y el virus del mosaico de la sandía en cultivos comerciales de ayote transgénico y no transgénico. Estas plantas estaban deliberadamente expuestas a infecciones virales de cultivos infectados que colindaban con los cultivos del ensayo y que permitió un desplazamiento viral de planta a planta en el campo analizado. Todas las frutas de las plantas transgénicas permanecieron libres de síntomas y mantuvieron su calidad comercial. Sin embargo, la mayoría de las plantas de ayote no transgénico estaban decoloradas y con malformaciones, y habían perdido su valor comercial. Klas y colegas pudieron demostrar que las plantas transgénicas con resistencia viral no transmitieron virus de planta a planta. 

Muchas plantas genéticamente modificadas con resistencia viral, producen una proteína de empaquetamiento viral.  Es posible que esta proteína empaque un virus distinto, si da la casualidad de atacar el cultivo genéticamente modificado. El reempaque podría crear problemas ambientales. Por ejemplo, algunos virus no pueden transmitirse por áfidos. Pero otros virus distintos sí pueden transmitirse por áfidos y esta capacidad de transmisión es determinada por la cápsida del empaquetamiento viral. Si un virus que no puede ser transmitido por un áfido entre un cultivo genéticamente modificado, logra producir la cápsida de una proteína que facilita la transmisión de áfidos, y podría obtener con ello una nueva vía para infectar la planta.

Afortunadamente, los científicos que trabajan con los cultivos genéticamente modificados han reconocido por mucho tiempo este posible problema, el cual ha sido el enfoque de mucha investigación. Hace más de 10 años, se realizaron experimentos por Fuchs, Klas y Gosalves y colegas, los cuales no menciona Smith. Dichos experimentos demostraron que la transmisión asistida de virus no es muy eficiente y no resultó en niveles epidémicos de infección (Fucha et al. 1999; Fuchs et al.1998). Un motivo por el cual dicha transmisión no es muy eficiente y no causa epidemias es que el reempaque no confiere una capacidad prominente de ser transmitida por áfidos, ya que el virus no obtiene herencia genética para esta capacidad, solo la proteína de la propia cápsida (Tepfer 2002).

Smith presenta la posibilidad de que las plantas con resistencia viral podrían ayudar a transmitir nuevos virus al empacarse en una proteína nueva. Pero el autor no menciona que todo el trabajo científico ya se ha realizado para resolver el problema. Smith tampoco explica que, en la práctica, los problemas que menciona no ocurren.

Los trabajadores franceses dirigidos por Emanuelle Vigne estudiaron el virus del entrenudo corto de la viña de uva (Grapevine fan leaf virus (GFLV)) de Francia. Este es un virus que se disemina en los viñedos por lombrices nematodos.  Vigne estudió la vid transgénicas que expresa la proteína de la cápsida de este virus. Emmanuelle Vigne comparó las infecciones virales en las vide transgénica con resistencia viral y en vid no-transgénica sensible al virus.  Su estudio, el cual no es mencionado por Smith, indica que la vid transgénica no fomenta el desarrollo de un nuevo tipo de virus recombinante del virus del entrenudo corto de la viña a ningún nivel detectable, ni conlleva a un cambio en la diversidad de las poblaciones virales en estos viñedos a lo largo de un período de tres años. Este estudio específicamente aborda las preocupaciones de Smith y concluye que los problemas que imagina nunca llegan a ocurrir (Vigne, Komar et al. 2004,;Vigne, Bergdoll et al. 2005

Los científicos de California han realizado estudios detallados de virus provenientes de zucchini, calabaza de cuello derecho y calabaza amarilla de cuello curvo. Estas se denominan cucurbitáceas y suelen infectarse por un virus denominado virus del mosaico del pepino que puede infectar un amplio rango de cultivos.  Las plantas susceptibles al virus del mosaico del pepino existen en aproximadamente 365 distintos géneros de planta y el virus puede causar mucho daño económico a la producción alimentaria. Estos científicos realizaron un estudio de campo sobre la diversidad de virus del mosaico del pepino que circulan en California en cucurbitáceas susceptibles a virus, cucurbitáceas GM con tolerancia a distintos virus y variedades de cucurbitáceas no GM. Los científicos descrubrieron que las variantes del virus del mosaico del pepino disponible para insectos existían en Califorinia antes de que se cultivasen las plantas resistentes a enfermedad.

Smith propone que las supuestamente nuevas variaciones del virus de las plantas GM resistentes causen epidemia en el capo.  Sin embargo, estas variantes ya existían antes de la introducción de calabaza GM.

Las plantas GM no causan el desarrollo de nuevos tipos de enfermedad de las cucurbitáceas porque ya existe (Lin et al. 2002). La Ruleta Genética no menciona esta investigación aunque demuestra que las inquietudes de Smith no tienen fundamento. Ninguno de los problemas que imagina Smith ha ocurrido en  grande escala en la agricultura de papaya con resistencia viral a lo largo de varios años (Fuchs, Gonsalves 2007). La calabaza, papaya, ciruela y vid son ejemplos de una exitosa trayectoria en la agricultura de cultivos con resistencia viral que Smith no menciona. Tras años de investigación en el laboratorio y en el campo, la literatura científica reporta que los problemas mencionados por Smith no ocurren o no tienen importancia en la práctica. Smith no cita la literatura científica y solo está interesado en las predicciones teóricas de los problemas y no sus soluciones.

3. Durante los 20 años de experiencia en el campo con cultivos resistentes a enfermedades, nunca ha sido necesario utilizar insecticida para controlar vectores virales.

Smith especula que los cultivos con resistencia viral causarán nuevos virus y, por ende, un aumento en el uso de plaguicidas para controlar estas nuevas epidemias virales imaginarias desencadenadas por la dependencia en plantas con resistencia viral. El problema con esta especulación es que no se observan nuevas epidemias virales en la práctica. Recuerde que las plantas resistentes a enfermedades se introdujeron por el problema que representaban las epidemias virales en términos de pérdidas de productos alimenticios. La introducción de papaya y calabaza con resistencia viral impidió nuevos brotes de enfermedad. También minimizan la cantidad de insecticida requerida para controlar los brotes de insectos por virus. Smith no se refiere al hecho que se utiliza menos insecticida sino que menciona brotes hipotéticos a futuro plazo – algo no realista, ya que nunca ha ocurrido en muchos años de experiencia con cultivos resistentes a enfermedad. Pareciera que Smith quiere retirar el enfoque de los cultivos resistentes a enfermedad, los cuales dan resultados prácticos y beneficiosos para el ambiente. Dicho cultivos impiden brotes por virus y eliminan la necesidad de utilizar insecticida para controlar a los portadores de enfermedades virales (Fucha and Gonzales 2007; Gonsalves 1998).

4.  Las plantas genéticamente modificadas resistentes a enfermedades no representan nuevos riesgos.

La Ruleta Genética especula que las plantas genéticamente modificadas que contienen ADN viral podrían permitir que nuevos virus infecten las plantas y la evolución de nuevos virus. El libro no menciona que nuevos virus podrían desarrollarse fácilmente en plantas no GM. Esto podría ocurrir en al menos dos formas: (i) las plantas pueden capturar genes de los virus con los que están infectados y llevar esos genes dentro de los cromosomas de la planta. Estos genes capturados luego pueden intercambiarse con otros virus que infectan la planta, tal como imagina Smith que haría un gen viral genéticamente modificado. (ii) Las plantas pueden infectarse por dos tipos distintos de virus. Si hay una infección que mezcla dos virus distintos, podrían intercambiar genes entre sí.  

Los cromosomas de las plantas portan distintos tipos de ADN viral. Esto permite el surgimiento evolutivo de nuevos virus.

(Harper and others 2002; Tanne and Sela 2005). Un ejemplo se mostró anteriormente cuando se explicó que ciertos vid producen una proteína viral del gen viral que ha capturado (Tanne y Sela 2005). Otro ejemplo se encuentra en la planta de tabaco, la cual lleva numerosas copias del virus que se pensó protegía a la planta de infección por enfermedad. En otras palabras, el virus se comporta exactamente igual que los fragmentos virales que están genéticamente modificados, solo que ahora esto ha ocurrido durante la evolución natural de la planta, cuya inocuidad no es evaluada por las agencias regulatorias (Mette et al. 2002). No obstante, esta inserción natural de ADN en fragmentos génicos virales en los cromosomas de las plantas aparentemente no causa problemas.

La segunda manera en que se pueden generar nuevos genes es durante las infecciones combinadas de una planta con dos virus distintos. La infección de plantas por virus mezclados ocurre frecuentemente en cultivos que se siembran en el campo (Achon, Alonso-Duenas 2008; Tepfer 2002). Por ende, la evolución de virus por intercambio de genes entre distintos tipos de virus ya ocurre en el campo. Los cultivos transgénicos no introdujeron ningún tipo de riesgo con respecto a la evolución.

5. Las agencias regulatorias y los científicos han evaluado extensamente la inocuidad del los cultivos con resistencia a enfermedades y han resuelto estrategias para garantizar su inocuidad.

La modificación genética de plantas resistentes a enfermedades ha sido un momento emocionante para biólogos y reproductores de plantas. Los científicos han discutido extensamente las implicaciones del descubrimiento que los virus que causan enfermedades podrían prevenirse con la inserción de una versión ADN de los genes virales a los cromosomas de la planta. El mecanismo por el cual este ADN puede silenciar la actividad viral ha sido de gran interés para todos los biólogos y ha resultado en descubrimientos notorios sobre como las plantas, animales y humanos se protegen de ADN parasíticos y ataques virales.  Este trabajo incluye el reconocimiento de un sistema especial para silenciar la actividad génica denominada silenciamiento de ARN o interferencia de ARN (Tepfer 2002). Ha existido un amplio debate sobre las implicaciones de la inserción de genes virales a los cromosomas de las plantas y ya se han estudiado muy bien las posibles implicaciones de plantas genéticamente diseñadas con genes virales. Las agencias gubernamentales han dedicado mucha atención a este tema y han desarrollado políticas y reglamentos para garantizar su inocuidad (USDA-APHIS 2007). La comunidad científica ahora reconoce que muchas de las preocupaciones iniciales sobre esta forma ambientalmente amigable para mejorar los cultivos eran exageraciones (Fuchs, Gonsalves 2007). Jeffrey Smith repite estas preocupaciones exageradas de antaño sin darle al lector información científica actualizada sobre este tema.

También vease

2.4 El promotor, que es el activador que se inserta para activar un gen específico, no puede accidentalmente activar un gen peligroso.

3.9 Los cultivos con resistencia a enfermedad no causan enfermedad en humanos

5.9 Transferencia de genes virales al intestino.

Referencias

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La Ruleta Genética falsamente alega:

Los cultivos resistentes a enfermedades podrían promover nuevos virus de plantas, los cuales representan un riesgo para los humanos.

1. Los transgenos con resistencia viral protegen los cultivos de un tipo de virus, aunque podría aumentar la susceptibilidad a otros virus de planta.

2. Plantas infectadas que representan un riesgo para humanos debido al aumento en el uso de pesticidas.

3.  Podrían causar un aumento en el consumo de proteínas virales potencialmente dañinas.

La Ruleta Genética especula que los cultivos con resistencia a enfermedades podrían promover nuevos virus que podrían ser dañinos para los seres humanos.